Morderse las uñas, también conocido como Onicofagia, es un hábito o costumbre que consiste en morder, cortar y/o comerse las uñas de forma compulsiva con los dientes. Es un desorden común en niños y adultos jóvenes que afecta entre 20 y 30% de la población general. A pesar de ser común en población joven, es poco frecuente en niños menores de 4 años, pudiendo llegar a mantenerse incluso en adultos mayores.
En muchas oportunidades, morderse las uñas viene acompañado de la afección de los tejidos que la rodean como las cutículas y la piel de los dedos, y generalmente ocurre en los dedos de las manos, aunque también puede ocurrir en los dedos de los pies. Por otra parte, aunque puede presentarse en cualquier edad o género, diversos estudios han demostrado que las mujeres se ven un poco más afectadas que los hombres, especialmente estudiantes entre los 15 y 35 años, luego de la pubertad.
Actualmente, morderse las uñas se cataloga como un desorden o trastorno de comportamiento compulsivo, específicamente como un hábito repetitivo enfocado en el cuerpo, colocándose junto con otros desordenes similares como lo son morderse los labios y la succión digital (hábito de chupar y succionar el dedo pulgar), lo que quiere decir que muchas veces las personas con este hábito no pueden resistir el impulso de hacerse daño.
Ahora, si estás leyendo este artículo, quizás sea porque tú o alguien cercano a ti se muerde las uñas, ¡Quédate con nosotros! Que aquí te contamos todo lo que debes saber de este tema.
¿Cuáles son las causas de morderse las uñas?
A día de hoy todavía se desconocen cuáles son las causas de morderse las uñas; su etología y orígenes permanecen indeterminados por el momento. Sin embargo, factores psicológicos, genéticos y algunas contribuciones ambientales han sido asociadas con la onicofagia. Por ejemplo, se ha sugerido que muchos niños adquieren el hábito por simple imitación de sus padres. Existe, también una fuerte relación entre morderse las uñas y las condiciones de estrés. Adicionalmente, algunos estudios han mostrado una relación entre la onicofagia y algunos trastornos psiquiátricos como la ansiedad y el trastorno obsesivo compulsivo (TOC), aunque esta última relación no ha sido comprobada.
Algunas personas que suelen morderse las uñas describen el hábito como un comportamiento inconsciente que ocurre cuando están leyendo un libro, escuchando música, viendo una película, o mientras esperan de pie en una fila. Mientras que otros son plenamente conscientes de que se muerden las uñas, haciéndolo a voluntad.
¿Cuáles son las consecuencias de morderse las uñas?
A pesar de ser considerado como un hábito inofensivo, y de su desvanecimiento a medida que se envejece, morderse las uñas ha sido asociado a diversas condiciones y enfermedades dentales, así como a una gran variedad de condiciones e infecciones sistémicas.
Aunque no lo parezca, nuestras uñas son un reservorio de suciedad y diferentes microorganismos, por lo que no es extraño que muchas veces los niños, e incluso adultos, adquieran ciertos patógenos y bacterias al morder o ingerir las uñas mordidas. Algunos de estos microorganismos son inofensivos mientras se encuentran bajo nuestras uñas, en nuestra piel o en el ambiente, pero se vuelven peligrosos al ingresar a la cavidad oral o a las vías digestivas. En el caso de que estas bacterias se incrementen en número pueden llevar a ciertas complicaciones sistémicas y locales, incluso pudiéndose producir la diseminación de dichos patógenos durante procedimientos odontológicos. Por esta razón, entre muchas otras, los odontólogos siempre deben protegerse a través de mascarilla, gafas, pantallas y otros elementos que ejercerán de barrera antibacteriana.
Otro factor a considerar ante la onicofagia es el deterioro y disminución de la estética de las manos. Ante el estímulo prolongado, las uñas se vuelven cortas, e irregulares y, en casos graves, pueden desarrollar condiciones con hongos, producir sangrados, generar manchas en las uñas (melaloniquia), uñeros, infecciones, y alteraciones en su forma.
En la cavidad bucal, las consecuencias de morderse las uñas son bastante notorias. El estímulo constante y repetitivo de la onicofagia puede producir la desviación, inclinación o rotación de uno o más dientes, afectando considerablemente la mordida del paciente, llevándolo a necesitar tratamiento de ortodoncia en el futuro. Además, el desgaste de las superficies dentarias de los dientes anteriores ocasiona astillamientos y fisuras dentarias que pueden comprometer la estética del paciente, las cuales, junto con las desviaciones, pueden afectar su autoestima y conducta en edades tempranas. De igual forma, la mordedura constante puede ocasionar la afección localizada de las encías y tejidos periodontales, generando inflamación de las encías, aftas, abscesos y úlceras.
Adicionalmente, existe una importante asociación entre morderse las uñas y el síndrome de articulación temporomandibular, especialmente en los casos donde el hábito comienza a temprana edad y permanece por años.
¿Cuál es el tratamiento para dejar de morderse las uñas?
Antes de poder tratar este trastorno, es necesario diagnosticarlo. Existen diversas enfermedades que se expresan en las uñas, por lo que identificar la razón de las uñas cortas, dañadas e irregulares es indispensable.
La mayoría de las veces, el médico o el dentista descubren el trastorno por queja del paciente y/o confesión del mismo ante la entrevista. Sin embargo, su diagnóstico puede ser un desafío cuando el paciente tiene problemas de inseguridad o sencillamente se avergüenza del hábito, estigmatizándolo. En estos casos queda de parte del profesional el poder descartar otras condiciones que mimeticen la afección de las uñas.
Otro reto importante para el diagnóstico surge cuando los niños afectados no reconocen el hábito, complicando su eliminación por la falta de comprensión de los pequeños en entender las complicaciones y consecuencias de este tipo de trastorno. Especialmente cuando se realiza de forma inconsciente.
Una vez diagnosticada, la onicofagia puede ser tratada de dos formas principalmente: a través del uso de fármacos o sin ellos, este último también conocido como no farmacológico.
El abordaje no farmacológico, involucra el uso de diversas técnicas principalmente psicológicas, didácticas e interactivas, las cuales son especialmente útiles en niños, tales como:
- La terapia de inversión del hábito o contracondicionamiento: la cual abarca la sensibilización y concientización de morderse las uñas, educando al paciente sobre el hábito y sus consecuencias, desarrollando una respuesta de distracción combinada con signos de advertencia y la sensibilización del paciente ante el trastorno.
- La reprimenda: castigando al paciente con el propósito de detener la actividad.
- La manipulación de objetos: en el cual se le entrega un objetivo de manipulación como un lápiz o un juguete cada vez que el paciente muestre el impulso de querer morderse las uñas.
- El uso de esmaltes de uña con mal sabor: usado en niños pequeños con el fin de crear aversión al habito por medio de un mal sabor en la sustancia.
- El uso de recordadores fijos: como pulseras no removibles con mensajes para evitar el hábito.
Los dos métodos de tratamiento más usados para la mordedura de uñas son el contracondicionamiento y la reprimenda. Realzando la importancia de entender y enseñar a los pacientes a identificar el trastorno para evitar futuras complicaciones.
Por otro lado, el tratamiento farmacológico para evitar morderse las uñas es muy limitado debido a los pocos resultados que se han obtenido en los estudios científicos. Su uso esta principalmente orientado a pacientes con afección grave del trastorno o en aquellos casos donde se encuentren presentes otras condiciones o trastornos mucho más severos.
Como ya hemos comentado en la anterior sección, en muchas ocasiones, debido a la onicofagia puede llegar a ser necesario tener que realizar algún tipo de tratamiento de ortodoncia. Aquí abajo te dejamos mayor información:
¿Cómo evitar morderse las uñas?
Como hemos visto a lo largo de este artículo, morderse las uñas es un hábito compulsivo que pareciera no tener importancia en nuestras vidas. Sin embargo, hemos mostrado como este desorden puede llegar a afectar nuestras uñas, cutículas, dientes, encías e incluso a nivel sistémico, comprometiendo en casos graves nuestra imagen, estética, autoestima en incluso la conducta de los niños.
Al ser un desorden común en los pequeños, se hace indispensable la educación de los padres y el entendimiento de este hábito para evitar consecuencias en la salud de los niños. El primer paso está en su correcta identificación, así como el aislamiento de aquellos factores que puedan desencadenar el impulso y la conducta previa a la actividad.
Otra consideración importante es el mantener un ambiente agradable, comprensivo y libre de presiones, especialmente en periodos escolares, los cuales pueden desencadenar situaciones de estrés que lleven a este y otros hábitos compulsivos.
Por último, es recomendable mantener las uñas de los niños cortas, limpias y aseadas. Y de igual modo en adultos, especialmente en aquellos relacionados con profesiones de la salud.